Un buceo por mi historia, mi vida, mi niñez y mi niño interior.

¡Hola! ¡Qué alegría ver que te has interesado por mi historia!. No cuento mi vida para alardear. La cuento porque tal vez tú te sientas identificado/a con uno, dos o varios momentos que para Verónika González han sido un hito. Y tal vez lo estén siendo para ti también. 


Si tuvieras que recoger firmas para lograr algo que por años has anhelado, ¿100 te parecería un gran reto?. Pues yo recolecté 25 mil. Si, 25 mil firmas para poder realizar mi cirugía de cambio de sexo y género. 


Tengo 55 años. A mis 46 años tomé esa gran decisión. Estuve el 80% de mi vida siendo Gustavo González. Un hombre que no quería ser. 


Excavé los pozos emocionales más profundos para sacar agua cristalina. Para encontrarme conmigo misma, ser consciente de quién soy, qué quiero lograr y qué barreras mentales heredadas debía sanar. 


No quiero aburrirte con datos que puedan sonar poco interesantes para ti. Por eso decidí contarte mi historia por acontecimientos importantes que sucedieron y que traen una enseñanza detrás. Luego te hablaré del nacimiento de Verónika González. Espero que lo disfrutes tanto como yo lo disfruté (y sané) escribiendo este blog. 


La primera enseñanza que me ha dejado la vida  y que quiero enseñarte es que los patrones mentales y hasta misiones de vida son hereditarios.

Soy la última de 15 hermanos. 


Hace poco me enteré que el primer embarazo de mi madre fue abortado. Fue un secreto de familia por mucho tiempo. 


La sexta y séptima hija que tuvieron mis padres – ambas nacieron en años diferentes – murieron a sus 4 años.


El siguiente nacimiento fue un hombre y siguió una mujer.  También murió a muy temprana edad. A sus 6 años.


Los nacimientos siguientes fueron hombres. Uno de ellos sufrió de epilepsia de gran mal (trastorno mental)  y murió a sus 23 años. Aunque podría sonar como una “crueldad” de la vida, él fue uno de los sanadores inconscientes del sistema familiar. 


La energía de tantos conflictos viajando de generación en generación o de nacimiento en nacimiento, debía manifestarse de alguna forma para poder sanarse y lo hizo a través de la enfermedad de mi hermano. 


Yo también sufrí epilepsia  para terminar de sanar el clan familiar. Fuimos designados/as por el inconsciente colectivo de la familia ya sea Dios o el universo.


El segundo aprendizaje que me ha dado la vida y que quiero compartirte es que los miedos que tenemos en el presente son miedos que debemos sanar del pasado.

 

Cuando yo atravesaba mis 5 y 6 años, mi padre trabajaba en una cooperativa de fruticultores  comercializando en plazas mayoristas. 


En uno de sus viajes a Bogotá yo lo acompañé. Estábamos en la plaza de mercado y mi padre empezó a hablar con un carnicero mientras yo miraba todos los arrumes de productos. Todo era nuevo para mi.  


Pero por un momento me sentí solo, abandonado y lleno de miedo. Mi padre se había ido sin mi. Para un niño de 6 años, este tipo de situaciones pueden ser interpretadas como abandono. Aún su cerebro no tiene la suficiente madurez para interpretar correctamente la situación. 


Finalmente nos volvimos a reencontrar gracias a las mismas personas con que viajamos esa misma tarde. 


Ahora, a mis 55 años hablando con mi niño interior descubro la raíz de mi miedo a viajar. Llevo 20 años en Barcelona-España. Tengo países muy cercanos a los cuales puedo viajar de forma muy económica, pero siempre he buscado justificaciones para no hacerlo.


Mi mente siempre me dijo: “¿Cómo vas a viajar sola?”; “No te puedes dar el lujo ahora de viajar”; “Primero debes estudiar”; “No puedes dejar tu trabajo abandonado”. En fin… muchas excusas que solo eran el reflejo de mi ego. Con decirte que ni siquiera, a hoy, después de mi estadía en España, he viajado a visitar a mi familia en Colombia.  


Ahora, con consciencia de esta herida que quedó en mi cuerpo del dolor, me propuse viajar y compré pasajes para Portugal, México y Colombia.

De esta forma corto este patrón que venía acompañándome por años en mi comportamiento.


La tercera enseñanza que quiero compartirte es que, ser padre no es solo estar físicamente con tus hijos. Es entender lo suficiente sus necesidades tanto físicas como emocionales como para poder llenárselas en tu rol de madre o padre. 

 

Te conté que somos 15 hermanos. Pensarás que tuve una familia numerosa y que estuve rodeado de amor. Te equivocas. Todo el tiempo me sentí solo.

A mis 8 años empecé a trabajar en agricultura junto a mi padre y mis hermanos. Tapaba soja y cogía algodón al sol con temperaturas de 35°C y 40°C. Algunas veces, sin zapatos. 


A mis 10 y 12 años trabajaba en un bar que tenía el esposo de una de mis hermanas. Yo era quien abría a las 5:30 am hasta las 00:30 am del otro día. Es decir, 20 horas de trabajo donde yo atendía 6 mesas. Todo lo hacía sola.  A veces tenía empleadas a mi cargo. Cuando cerraba tenía que buscar a mi cuñado para entregarle la recaudación. Casi siempre lo encontraba jugando cartas.  


Mientras escribo me veo a mi misma y reconozco ese niño herido abusado. Lo cuido, lo protejo, es mi compañero de viaje. Un niño debe simplemente ser niño. Ser libre y elegir lo que quiere y no estar trabajando para otro como lo que me tocó por muchos años en mi infancia. 


Y aquí, en este momento de la historia, justo a mis 16 años, fue cuando empecé a sentir mucha admiración y respeto por las mujeres. Tanto que quería ser como ellas. Me maquillaba a escondidas de mi familia, me vestía con prendas íntimas femeninas, máscara de pestañas transparente, etc. Sin embargo, no me atraían los hombres. Sentía un rechazo a lo masculino hasta el punto de rechazarme yo mismo.

 

La cuarta enseñanza que quiero compartirte es que cuando quieres algo debes tomar la iniciativa y tener el carácter suficiente para lograrlo.  

 

El día de la entrega de certificados del bachiller,  me  dio una convulsión muy fuerte. Mis padres me llevaron a todos los centros naturistas que les recomedaban. Pero por mucho que hacían nadie encontraba la raíz de la situación. 


Así que yo misma pedí, a escondidas de mi familia, una cita con el mejor neurocirujano de Colombia. Por supuesto fue muy costosa la consulta. Pero yo misma decidí pagármela. Era la misma medicina que le habían recetado a mi hermano fallecido por epilepsia. Y justo aquí te traigo una quinta enseñanza:


Nunca te compares con nadie. Cada persona es diferente por sus creencias y patrones. Así que las emociones son diferentes. 

 

El hecho de que a mi hermano no le hubiera servido la medicina, no quería decir que a mi tampoco me funcionaría.

El grado o nivel de sensación de un síntoma o enfermedad no es la misma en una persona que en otra así tengan las mismas dolencias o misma enfermedad.


La sexta enseñanza que quiero que tengas muy clara es que tus emociones determinan tu salud física.

 

Mientras sanaba y comprendía  lo que mi cuerpo me estaba diciendo a través de esa enfermedad, empecé a coleccionar una enciclopedia de principios básicos de psicología  donde comencé a comprender cómo trabajan las neuronas y a perderle el miedo a las convulsiones. Conocí las diferencias de una convulsión a otra.  También leía muchos libros  de autoayuda. El primer libro que llegó a mis manos fue “el arte de amar” de Eric Fromm. Después “cuerpos sin edad mentes sin tiempo”. Cada día me iban disminuyendo los ataques de epilepsia debido a que iba adquiriendo más autonomía. 


La séptima enseñanza es que JAMÁS DUDES DE TI y de lo que ERES CAPAZ. Solo necesitas ser consciente y sanar para lograr lo que quieras. 

 

Mientras fui Gustavo, fui bastante tímido. Recuerdo que me daba terror tratar con personas de medio o alto nivel educativo y cultural. Me sentía muy inseguro si lo hacía. Este rasgo tan característico de mi personalidad venía de un momento que recuerdo como si fuera ayer: Estaba reunida con otras personas hablando de cierto tema y de un momento a otro yo perdía totalmente el hilo de la conversación. Tardaba minutos en volver a sincronizarme con ellos. Esto abonó a mi semilla de la inseguridad que claramente ya existía, seguro viene de mucho antes. Pero ese evento puntual fue un detonante para yo sentirme una persona incapaz y muy tímida. 


Mi inseguridad era tal que tardé  6 meses en salir a la ciudad más cercana de donde vivía, Sin embargo seguía devorando libros y superándome. 


Recuerdo que, en alguna oportunidad, me nombraron delegado  representante de cafeteros de la región ante el departamento (“provincia” en España). Nos invitaron a la primera comida de bienvenida. Cuando iba a comer me temblaba tanto la mano que me costaba sostener la cuchara. Los nervios están apoderados de mi.


Después de haber superado esa situación ya comía  al lado de grandes personajes de la política gubernamental e institucional. 


Octava enseñanza: Si quieres sanar tu cuerpo, apréndelo a escuchar.

 

Una hora antes de  salir para el aeropuerto (viajaba para España) tuve las señales de una convulsión. En ese mismo momento logré detenerla, motivándome interiormente (tomando conciencia). 


La novena enseñanza que traigo para ti es que SIEMPRE escribe en papel lo que quieres y cómo lo quieres. No basta con escribir, ¡visualízalo y sé concreto!

 

Viajé el 1 junio del 2000 a España con un propósito que debía cumplir en 10 etapas: Encontrar trabajo, conseguir amistades, estudiar… y por último pareja. 


Logré el 90% del objetivo para ese año.


En ese entonces compartía un piso con 14 personas que abusaban de mi confianza. Se me comían los alimentos, se me gastaban el saldo del móvil en un descuido y más. Ya te imaginarás. 


Me cansé de tantos abusos y decidí buscar otra habitación. Conocí a una pareja colombiana. Imagínate que cuando fui a verlos llevaba ya mi maleta. Claramente todo era incierto y no sabía si me iban a alquilar o no. Afortunadamente dijeron que sí. 


Ellos me ayudaron a conseguir trabajo con un español. Con él trabajé 4 años hasta que un compañero de trabajo me invitó a trabajar como peón en otra empresa.


En esta nueva etapa de mi vida me fue muy bien económicamente. En enero del segundo año elaboré mi propósito mes a mes hasta diciembre. En los primeros meses puse propósitos pequeños y entre más meses más grandes. Mis propósitos iban desde vestuario, tendidos de cama, conseguir novia, comprarme un portátil etc.


Te preguntarás si conseguí novia. Y si. Primero entendí qué quería en una pareja. La describí y llegó a mi vida. Estuvimos juntos durante 1 año. 


¿Cómo quieres tu pareja?. Descríbela en una hoja o agenda. También haz una lista de lo que quieres a 12 meses. Se pueden mejorar de vez en cuando. No te recomiendo muchos cambios ya que confundimos al universo. Debemos ser concretos sin mucha explicación.


Y para un propósito a mediano o largo plazo, (de 2 a 5 años) sé más concreto para obtener el resultado esperado. Debemos contestar las siguientes preguntas por escrito: ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuando? ¿Para qué? ¿Con quién? ¿Para quién? ¿En donde?. Es importante saber si el propósito es para hacerlo en compañía de una o varias personas más. Siempre se te dará el equivalente. Es decir que si es con otra persona recibirá cada una el 50%. Al terminar, decrétalo en voz alta y fírmalo. 


Y aquí empieza el nacimiento de Veronika.

A finales de 2008 empecé a reflexionar sobre dos temas: Siempre había querido ser mujer y me encantaban las mujeres. 


Así que comencé a averiguar cómo podía hacer un cambio de sexo y género. Desde el 2007 la seguridad social estaba ofreciendo este servicio.


No lo habían promocionado para que no se saturara la unidad. Inmediatamente pedí cita y me atendió la psicóloga quien me remitió a psiquiatría. Ambas me hicieron seguimiento mes a mes durante 6 meses. En la segunda cita tuve que responder un test con 500 preguntas. Querían saber qué tan segura estaba de esta decisión. 


Me preguntaron por ejemplo: “¿Estás dispuesta a perder la familia por tu cambio?”; “¿Crees en un ser superior?”. En fin, preguntas relacionadas con la familia, mis creencias, mis motivaciones… 


Al sexto mes me remitieron por fin al endocrino para que empezara el proceso de hormonación con estrógenos para la feminización. 


Me programaron la cirugía de vaginoplastia para 4 años después, ósea para el 2013. Continué con las visitas al endocrino y a la psicóloga cada 6 meses para cumplir con el protocolo.


Cuando llegó el año 2013 comencé a preguntar por mi cirugía pero la respuesta siempre fue una evasiva. Se excusaban en la crisis que para entonces vivía España. Nunca dejé de preguntar. 


A finales de 2014 me di cuenta que habían operado a una chica compañera de una asociación a la que yo pertenecía. Ella solo llevaba 3 años de tratamiento y apenas 23 años de edad. Yo llevaba 6 años en el tratamiento y tenía 53 años. 


Tuve un proceso bastante largo haciendo reclamaciones. En una de las tantas oficinas gubernamentales que visité me ayudaron a realizar una petición en la plataforma www.chance.org para recoger firmas pidiendo transparencia en la selección de personas para la cirugía. 


A principios de 2014 era una desempleada más de España. Tuve que mudarme muchas veces por falta de dinero hasta que llegué donde unos okupas (personas sin techo que ocupan viviendas vacías de propiedad de los bancos). Eran personas conocidas del barrio pero consumidores de drogas. 

Recuerdo que el momento de la ducha era uno de los más difíciles. Tenía que bañarme con agua a 8 grados. Durante esa estadía y con todo el tiempo libre que tenía, me dediqué a ver videos de bioneuroemoción en un ordenador que tenía y a leer un libro de física cuántica. Entre los videos y el libro comencé a sanarme interiormente. 


En agosto de 2015, sufrí una crisis de ansiedad manifestándose como una rabia hacia las instituciones del gobierno y conmigo misma. En ese momento pensaba que todo lo que había estudiado no me había servido para nada. Aún no encontraba trabajo y estaba inscrita en cuatro programas de reinserción laboral del gobierno más el de inclusión de personas trans. Había hasta realizado cursos de camarera de pisos, gobernanta de hoteles y carnicería. Pero seguía sin empleo. Esto generaba sentimientos muy negativos en mi. Tampoco me operaban. Más rabia sentía. 


Ese día hablé con mi mejor amiga y mentora. Recuerdo que, con un tono fuerte, me dijo que debía aceptarme más. Operada o sin operar las personas que llegarían a mi vida deberían aceptarme tal cual soy. Hablé un largo rato con ella. Finalmente, gracias a sus palabras, tomé conciencia de lo que estaba sintiendo y mi actitud cambió completamente. 


Tuve que llorar y soltar. Fue como vaciar un agua estancada y podrida que estaba allí por mucho tiempo.


Tenemos que permitirnos sentir y si debemos llorar tenemos el derecho de hacerlo. Nuestro cuerpo lo necesita. Cuando fingimos ser fuertes, el cuerpo se manifiesta con un síntoma o enfermedad. 

 

En el 2014 realicé el primer curso de bioneuroemoción. Fueron 7 días intensivos  en los cuales se me removieron una cantidad de conflictos interiores. 


En el 2015  empecé a recibir una ayuda económica del gobierno  donde me alcanzaba solo para las necesidades primordiales. Alquilé una habitación y dejé de comprar cosas personales para pagar una terapia con un especialista en bioneuroemoción donde me di cuenta y tomé conciencia el para qué realicé el cambio de sexo y género. Dos horas después de la terapia, cuando llegué a casa, sentí mucha rabia con mi familia y lloré mucho. Realmente me estaba haciendo efecto la sesión de bioneuroemoción. Estaba soltando aquello de lo que me hice consciente a través de la terapia y que estaba en mi inconsciente. 


Te estarás preguntando ¿y el proceso de reclamación por la cirugía como iba yendo? En el 2016 Sanidad me respondió que no cumplía los criterios para realizar mi cirugía. Eran 10 en total. Según ellos no cumplía con 6. Entre ellos que no tenía familia que me acompañara en la recuperación, que no trabajaba y no tenía dinero para comprar los dilatadores. 


Pedí colaboración a diferentes organismos públicos y finalizando 2016 el  defensor del pueblo dictó una resolución instando al hospital a que me operaran los criterios que tenían eran discriminatorios, (el ruido mediático estaba haciendo efecto).


En medio de todo este proceso concedí entrevistas a la radio y televisión frente a mi situación. Pero también tenía una conversación conmigo misma que me llevaba a ser cada vez más consciente de mis emociones. Era una oportunidad más para gestionarlas asertivamente. 


Un año después de todo lo que te estoy contando conseguí trabajo. Y en esa misma semana recibí la llamada que esperaba por años: Me iban a operar. Programaron la cirugía para 4 meses después. Lo mejor de todo es que también me programaron la glotoplastia (cuerdas bucales) para la feminización de la voz. 


Estando en convalecencia de la operación de la glotoplastia realicé  el segundo módulo del curso de bioneuroemoción donde tuve experiencias increíbles como abrazar por primera vez a mi niña interior herida. Le di protección, afecto y le prometí que no la abandonaría nunca más, que sería mi compañía por siempre. Me sentí muy feliz y en paz con ese encuentro.


Llegó el día de la cirugía. Claramente tenía mucho miedo de lo que fuera a suceder. Pero logré gestionar bien mis emociones y seguir avanzando hacia ese gran sueño. Y si, ¡la cirugía fue todo un éxito!


Con todo lo anterior queda demostrado  que trabajar interiormente da sus frutos tarde o temprano. Es un proceso diferente en cada persona. 


Solo pregúntate siempre: ¿Para qué me está sucediendo esto? Observa sin juzgar o culpar a otros o a ti mismo. Mantente presente y en constante aprendizaje.  


Si te gustó mi historia, déjamelo saber en comentarios. Qué quisieras preguntarme.

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